Desmayo para la verdad

 Lucia se despertó esa mañana con un sueño impresionante. Refunfuño pero logró despertarse. Luego de acostarse a cualquier hora es imposible funcionar a la mañana, pensó.

Todas las mañanas pensaba lo mismo ignorando la realidad de que hace años tenía grandes problemas para dormir por lo menos desde el suicidio de su tía Evangelina, cuando tenía dieciseises años. Ella era como su madre, afectuosa, inteligente y muy valiente.

Tenía una relación difícil con su familia, y por eso impacto de cierta manera la muerte de Eva, actualmente tenía ventidos años y nunca había logrado comunicarse bien con sus padres. Su madre era una mujer exigente que le pedía que se encargue de toda la casa y un padre más bien ausente ya que no emitía un sonido en la casa y que nunca había sido para nada demostrativo con ella.

Lucia realizaba muchas actividades extra curriculares para salir de su casa, estudiaba Nutrición, hacía Hockey y trabajaba en un local de ropa con horarios rotativos. Ella lograba ocupar su tiempo y ahorrar para irse de su casa lo antes posible. 

Desde su muerte, nadie habló de Eva. Ni cómo o porque murió ni de recuerdos de su vida. Estaba prohibido mencionarla, ella entiende que eso era para cuidar la depresión que esto ocasionó a su padre, pero nunca le pareció Justo. normalidad

En una ocasión, le tocó viajar a jugar con sus equipo al pueblo vecino, y al ser relativamente lejos decidieron manejarse en tren. Todo se desarrollaba con  como cada fin de semana de partidos hasta que en plena charla de viaje, Lucía se desmaya y cuando logra recobrar la conciencia, comenta asustada que una entidad la tocó y ella pudo sentirla. 

Tranquila Lu, seguro fue una mal pensamiento. No existen los fantasmas,  le dicen sus compañeras, pero ella se queda  muy intranquila. 

Llegan, se preparan y arranca el partido hasta que  Lucia vuelve a desmayarse para perder la conciencia un buen rato. Lo que nadie sabe es lo que ella siente. Lucia se encuentra flotando en una ilusión de su casa cuando era chica, automáticamente se calma porque aunque no entiende que está pasando, se encuentra un un lugar de su confianza. Ella es plenamente espectadora de esa secuencia, nadie la ve ni la escucha, no puede intervenir.

Vive una cena que recuerda perfectamente donde estaba presente pero al terminar la mandan a dormir y quedan sólo los adultos. 

Siempre se preguntaba de qué hablaban los adultos cuando ella se iba. Observa que sus padres peleaban explícitamente con la tía Eva, le decían que no podía seguir metida donde estaba, que la iban a matar. Ella defendía sus intereses, era luchadora de causas sociales pero Lucía nunca supo en qué estaba metida porque nadie investigó nunca su muerte, no se investigan suicidios.

Al final de esta visión, sin poder retraer mucha información que no hubiese sabido ya, su tía se levanta de la mesa y pasa por enfrente de Lucia, para tocarla y decirle al oído, “A mi me mataron”. Ella en shock, despierta del desmayo para encontrarse en una clínica internada con medio equipo a sus pies  festejando que se haya despertado.

Al volver a su casa con su familia, se sienta enojada en la cena y les menciona a sus padres fervientemente que quiere saber la historia real de su tía, y sus padres se miran entre ellos con duda para decidir contarles la verdad.